Cultura física

Culturismo de antes. Actividad física y Vida saludable.
Y otras cosas por el estilo...

Imperdible en este blog, y de especial interés para los lectores de Argentina, una pequeña historia sobre los 'patovicas':
Parte 1: Introducción (a modo de cuento, sobre 'Patos' y 'Pingüinos')
Parte 2: Continuación (en tono humorístico)
Parte 3: Recopilación de testimonios varios disponibles en la WEB (la cosa se pone seria)
Parte 4: Entra en escena Rubén Peucelle
Parte 5: Un paseo por los balnearios de Olivos (¡Otra que Muscle Beach!)
Parte 6: La casilla de Olivos
Parte 7: Reflexiones finales (de la pluma de Francisco Loiácono)

Extra: Los patos de Don Víctor Casterán, fundador de la granja de los legendarios "Patos VICCAS"

NOTA: este es un blog ancho y eso podría dificultar la lectura. Es posible copiar y pegar en un archivo de texto, para facilitar un poco las cosas.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Los patos de Don Víctor Casterán

Esta interesantísima historia proviene de la web de la Asociación Civil Barrio Los Naranjos http://www.barriolosnaranjos.org.ar/victorcasteran.html
Me tomo la licencia de reproducirla aquí:

Víctor Casterán y los mundialmente famosos "patos viccas" de Maschwitz

En el barrio “Los Ñanduces” se eleva la estructura, plena de gracia y elegancia, conocida localmente como La casona o el Castillo de Pueyrredón. Siendo vecino cercano, paso frente a él a diario y confieso que siempre me da la impresión de una imagen propia de una etiqueta de vino fino europeo, al que sólo le faltan las orlas y relieves para completar la ilusión. Alrededor del castillo se entretejen historias y anécdotas que, justamente como los vinos finos, ganan en espíritu y sabor con el paso de los años.En esta nota destapo la botella y dejo fluir la historia de una época en especial del castillo. La de Víctor Casterán y su imperio de los Patos Viccas.En los años 30, compra la casa Víctor Casterán, un empresario dinámico y emprendedor que, entre otras muchas actividades, importaba productos tan dispares como azúcar y tractores.Un buen día Casterán tuvo la feliz iniciativa de criar unos patos. Al principio no fue más que un mero pasatiempo, un hobby en el que desarrolló un pato de magníficas cualidades nada más que para el consumo casero y para satisfacer sus apetencias culinarias. Sin embargo, con el correr del tiempo, ese emprendimento creció y creció hasta canvertirse en el establecimiento de su tipo más grande de Sud América y ciertamente uno de los más famosos del mundo entero. Los Patos Viccas, cuya marca deriva de Víctor Casterán se impusieron no sólo en el mercado local sino también en los más importantes y sofisticados del mundo. Eran famosos por la abundancia, contextura, digestibilidad y sabor de su carne. Su “doble pechuga" iba a convertirse en una característica invariable y apetecida. Fué justamente esa característica que hizo que se denominaran popularmente a generaciones de fisicoculturistas con el apodo de "Patos Viccas", por la manera en que desarrollaban pecho y músculo con pesas y ejercicios.
La Granja Patos Viccas se extendía desde la Ruta 26 al arroyo Escobar, entre la calle Los Ñandúes y Echeverría. El ingreso al establecimiento se efectuaba por la Ruta 26 (pavimentada desde la antigua Ruta 9 hasta la entrada). Dicho ingreso estaba flanqueado por 2 pilares rematados con grandes bochas redondas de piedra (hoy queda en pie un pilar sin la bocha).Sobre el camino de entrada, hoy Los Ñanduces, se encontraba la balanza, luego llegando a la esquina (actualmente calle Monteagudo) se ubicaban las oficinas, a continuación hacia la izquierda el depósito de productos (patos envasados, paté, pato en escabeche, etc.). Más allá estaban el molino, los galpones “madre", después el matadero, el frigorífico con capacidad para 12.000 patos, y finalmente los alojamientos del personal.En el arroyo Escobar se construyeron compuertas (restos de las cuales se pueden reconocer hoy en día) con una separación de más de 400 mts. que permitían elevar y regular el nivel del arroyo. Este amplio espejo de agua era el hábitat de una enorme cantidad de patas ponedoras. A los costados había plantaciones de limones, naranjos y pomelos, árboles que además de proveer frutas, servían de reparo a los patos cuando salían del agua.Su cuantiosa producción de huevos era recogida y colocada en incubadoras, dispuestas en un galpón de unos 50 x 40 mts., con una capacidad para 50.000 huevos. Una vez nacidos los patitos eran llevados a los “galpones madre”. Alimentados a suero de leche, leche y cereales. A las 8 semanas los patos Viccas estaban listos para el mercado. El guano que producían era muy solicitado por poseer altos valores fertilizantes debido a la calidad de los alimentos con que se engordaba a los pichones. Se almacenaba en grandes tolvas que descargaban sobre camiones que venían a buscar el producto.Mariano Pahor quien nos relata con precisión y lujo de detalles lo comentado anteriormente, vivió y trabajó en la granja. Su madre María Blanca, fue ia cocinera de Víctor Casterán y su padre Francisco hacía de mayordomo. Mariano guarda muy gratos recuerdos de aquellos años y en especial del que fuera su patrón Don Víctor.A Mariano le tocaba hacer lo repartos de las patos a los principales hoteles y restaurantes de la Capital y alrededores. Una gran cantidad de patitos recién nacidos eran exportados en cajas, vía Pan Am a Estados Unidos y otros países. Los pichones podían sobrevivir sin agua ni alimento los 3 días que demoraba su entrega gracias al cascarón del huevo que consumían para abrir su salida al nacer. Este cascarón resultaba alimento suficiente para la duración del viaje.La Granja Patos Viccas llegó a emplear 85 personas más otra cantidad adicional en las explotaciones agrícolas aledañas, e indusive en un criadero de pollos que impresionaría como de una envergadura considerable, si es que no se lo comparaba con el de los patos.Del otro lado de la Ruta 26 se extendía la plantación de naranjos cuyos frutos eran de tamaño y sabor realmente sobresalientes. Esta plantación habría de dar el nombre al Barrio Los Naranjos.Con el crecimiento y la fama adquirida por "Patos Viccas" se multiplicaban las visitas a la granja de dignatarios, políticos y artistas (el "Jet Set’ de aquella época digamos, salvando el detalle que aún no volaban los "Jets”). Niní Marshall la gran diva del cine cómico, era una visita frecuente.Sofía y Olinda Bozán venían regularmente. El Príncipe de Gales, cuando pasó por la Argentina, estuvo en la granja. Edelmiro J. Farrel, siendo Presidente de la Nación visitó la casa. Por razones de seguridad, o por algún otro motivo sobre el que sólo podemos conjeturar, Farrel se encontraba en lo de Casterán pero "oficialmente" navegaba a bordo del yate presidencial Tecuara.Ricardo Fisch hijo del Dr. Ricardo Fisch, amigo de Víctor Casterán, recuerda de niño escuchar a su padre (que hablaba francés) actuar como intérprete de la famosa Josefine Baker para el dueño de casa.Una de las visitas más conspicuas y extravagantes era nada menos que el mismísimo Marajá de Kapurtala que arrivaba con todo su séquito compuesto por sirvientes, secretaria, mayordomo, cocinero e inclusive un “probador" que debía correr el riesgo de degustar los alimentos que luego se le habrían de servir al Marajá. También traía alimentos y especias exóticas en gran abundancia.Sólo nos podemos imaginar las comidas exquisitas que se prepararían con patos especialmente seleccionados con el agregado de curries y salsas hindúes en manos de la creatividad culinaria conjunta del cocinero del Marajá y doña María Blanca.Casterán, de nacionalidad uruguayo, había quedado huérfano de muy joven. A los 12 años embarcó en Montevideo como polizón en un carguero con destino a los Estados Unidos.En relación a esta época, Ricardo Fisch hijo nos relata otra anécdota, tan pintoresca como de hondo significado: En el castillo nunca jamás se servían bananas.El motivo estaba íntimamente arraigado en esa época de la juventud de Víctor en que anduvo deambulando por Nueva York pobre y sin trabajo.En esas circunstancias solía encaminarse hacia el puerto donde recogía y comía los deshechos de las bananas qua descargaban los barcos.De esta manera logró sobrevivir para que posteriormente, como en las películas, su destino se revertiera en forma espectacular. No obstante, el recuerdo de aquella época de penurias lo afectó profundamente.De allí su aversión por las bananas y la orden de no servirlas.Angelita Pahor, la hermana de Mariano, también vivía con su familia en la granja. Nos relata que se sentaba a la mesa con Casterán y sus invitados, aunque concluída la comida iba a la cocina a lavar los platos. Al igual que su hermano, recuerda a Don Víctor como "una gran persona".Agrega que su patrón fue dueño del Tabaris, el inolvidable reducto de la noche porteña. También tenía caballos de carrera y fue uno de los fundadores de Pinamar.Casterán y el Dr. Fisch tenían en condominio unos terrenos que en el año 1940 donaron al Automóvil Club Argentino.El A.C.A. construyó sus instalaciones sobre la vieja Ruta 9. Luego con el advenimiento de la Panamericana demolieron y volvieron a construir en su ubicación actual, siempre dentro de los mismos terrenos.Casterán tenía el Restaurante “Parador Viccas”, ubicado donde hoy está la "Colectora Oeste” unos 100 mts. al sur del A.C.A. El acceso era por la antigua ruta 9.Por supuesto, los platos preferidos eran los Patos Viccas en una extensa carta de alternativas.La fama del Restaurante trascendió mucho más allá de los límites de Maschwitz.La edificación que tenía techo de paja, un día en los años 40, se incendió, cerrando por esta razón definitivamente.Con la muerte de Víctor Casterán, el 18 de Diciembre de 1943, la granja se traslada a las orillas del río Luján.
Revista Maschwitz

Luego, hay otra historia muy similar a esta y que puede leerse aquí: en el sitio de Internet de la "Asociación Civil Barrio Los Ñanduces" , donde se refiere a la historia del barrio, y a la Granja VICCAS.

Este es el logo de la granja de los patos "VICCAS", de Víctor Casterán.

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